Brecht Evens

Traductor: Rubén Lardín

Editorial: Astiberri

Año de publicación original: 2025

Hay algo en el dibujo de Brecht Evens que se te mete en la cabeza y la contamina. Sus recargados colores y sus trazos simplistas (que no simples) dibujan una realidad que nunca es cómoda pero que te subyuga sin posibilidad de reacción. En la primera parte de El rey medusa estos niveles de dominio llegan prácticamente al paroxismo.

Hay algo en el dibujo de Brecht Evens que se te mete en la cabeza y la contamina

Es un dominio igual de poderoso que el que ejerce el padre de Arthur sobre él. Sus orígenes no pueden ser más tristes. En unas viñetas absolutamente desgarradoras, vemos cómo el pequeño protagonista de esta novela gráfica llega a este mundo de forma prematura. Su madre no pudo sobrevivir al parto y su padre tuvo que ocuparse de todo. Y podemos itir que el padre que vemos en El rey medusa es de todo menos un padre al uso.

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Los primeros años de Arthur fueron difíciles. Su padre estaba sumido en un estado depresivo por la muerte de la madre del pequeño y, a duras penas, podía siquiera educar a su hijo. Un día, se encerró en su despacho y no volvió a hablar ni a hacerle caso a Arthur. La reacción del niño ante un padre presente de cuerpo pero ausente de todo lo demás fue ponerse a dibujar. Todo lo que le pasaba por la cabeza lo plasmaba en un papel. Un día, su padre vio esos dibujos y algo le hizo clic en su cabeza.

El padre muta de persona a conspiranoico. Se empeña en que todo el mundo está contra ellos y le enseña a Arthur a sobrevivir

Vio en su hijo a un maestro pictórico y se dio cuenta de lo mal que lo había hecho todo hasta ese momento. Pero no mejora demasiado la cosa porque sigue instalado en su paranoia. En los dibujos del niño ve lo que quiere ver. Lo que para Arthur eran vikingos, para su padre son refugiados. ¿Una palmera? ¡No! ¡Una explosión! El padre muta de persona a conspiranoico sin vuelta atrás. Se empeña en que todo el mundo estaba contra ellos y tiene que enseñarle a Arthur a sobrevivir.

Dejaron de usar aparatos eléctricos, abandonaron su coche, se entrenaron como si fuesen militares, tapiaron puertas y ventanas de su casa... Se aislaron del mundo. Por el camino, claro, fue transformando poco a poco a Arthur en un pequeño solitario sin casi amigos al que todos miraban como al bicho raro del colegio.

En su lucha contra "los dirigentes", una especie de logia que quiere acabar con ellos, el padre de Arthur se acaba rodeando de unos cuantos personajes variopintos (cada uno mas extravagante que el anterior) para ayudarlos en su causa.

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Todo funciona de cine. Es una lógica interna totalmente ilógica, pero a Arthur le basta porque su padre es su mundo, su realidad. Pero un día, el padre de Arthur desaparece. Y es ahí cuando empieza el verdadero viaje de El rey medusa y de su pequeño protagonista.

'El rey medusa' es un cuento perturbador plagado de fantasmas que son imaginarios para el padre de Arthur, pero muy reales para el pequeño

Un viaje que se prolongará a lo largo de otros dos volúmenes. En este que nos ocupa no podemos ni intuir hacia dónde girará el periplo de Arthur pero lo que nos queda es una historia que te obliga a torcer el gesto por lo que se cuenta y por cómo se cuenta. La atmósfera, opresiva siempre pero también luminosa, descoloca mucho.

¿Por qué? Porque el uso de colores brillantes, cálidos y alegres que vemos durante todo el relato contrasta, por pura oposición, con lo que se nos está contando. Al fin y al cabo estamos ante la historia de un padre con una visión totalmente distorsionada de la realidad que está educando a un hijo sin ver el daño que le está produciendo en el proceso.

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Podría decir que, por momentos, El rey medusa es un cuento perturbador plagado de fantasmas que son imaginarios para el padre de Arthur, pero muy reales para el pequeño. Es psicosis y también es belleza, pero sobre todo es un grito a pleno pulmón para que todas las cabezas giren hacia la obra de Brecht Evens.

Este cómic le ha valido a Brecht Evens la nominación a Mejor Obra del Festival de Cómic Internacional de Angouleme

El belga es uno de los mayores talentos que existen ahora mismo dentro del panorama independiente del cómic europeo. Disruptivo (olvidaos de la típica estructura de viñetas y bocadillos) y audaz, el primer volumen de El rey medusa ya le ha valido la nominación a uno de los galardones más prestigiosos de la novela gráfica: Mejor Obra del Festival de Cómic Internacional de Angoulême. Es un certamen que conoce muy bien. Allá por 2011 ya llamó la atención de su jurado llevándose el Premio de la Audacia por Un lugar equivocado.

14 años después, con un estilo más depurado, con unos guiones mucho más controlados y con dos obras catedralicias como son Pantera y Jolgorio, Evens os va a embarcar en un viaje que tiene mucho de lisérgico, aunque no hay que recurrir a ninguna droga para subirse a bordo. Quizás, si eres capaz de mirar un poco desde fuera de sus márgenes, la droga es el propio cómic. Más que nada porque sus casi 300 páginas se leen del tirón. Es imposible parar.

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