Hermetismo en el partido
Una semana, tres comunicados, cero respuestas: el PSOE y su estrategia tras los audios de Leire Díez
¿Qué está pasando? Ferraz se atrinchera en el silencio mientras evita preguntas, corre a los actos y se limita a negar vínculos con la militante señalada, sin aclarar si habrá sanciones ni cuándo decidirá la Comisión de Ética.

Una semana después del estallido del escándalo de Leire Díez, todo sigue exactamente igual: silencio desde Ferraz, comunicados sin alma y ninguna respuesta clara. El PSOE abrió un expediente informativo —que no sanciona, ni implica consecuencias inmediatas— y poco más. Pero detrás de ese expediente hay personas concretas. Cinco, para ser exactos. Y son ellas quienes, llegado el momento, decidirán si Leire Díez se enfrenta a un expediente disciplinario de verdad, si se le impone una sanción o, incluso, si acaba expulsada del partido.
¿Quiénes son? ¿Qué perfil tienen?
- Rafael Román, el presidente de la comisión. Tiene 77 años, es filósofo y ha pasado toda su vida entre la política y la docencia. Fue senador, diputado, y presidente de la Diputación de Cádiz. En su etapa, nombró hijos predilectos a Rocío Jurado y Paco de Lucía.
- Susana Ros, secretaria. Diputada por Castellón, se hizo viral por decir en redes sociales que ella cree que "el hombre no llegó a la Luna". Literal.
- Javier Rodríguez, vocal. Diputado y agrónomo. Cuando fue alcalde de Alcalá de Henares, la UDEF investigó su gestión por presuntas irregularidades en la construcción de una ciudad deportiva.
- Carmen Serván, otra vocal. Exconcejal de Badajoz, joven, moderna y, además, surfista.
- Tirso Calvo, también vocal. Concejal de festejos en Ribaforada (Navarra), donde incluso llegó a ser alcalde.
Cinco personas, cinco trayectorias muy distintas, y una misión que —según el PSOE— "no tiene fecha límite".
Una semana de correr, negar y no responder
Desde que 'El Confidencial' publicó los audios que comprometen a Leire Díez, el PSOE ha optado por una estrategia de manual: no alimentar el incendio. El lunes, primera hora, comunicado desmintiendo conspiraciones internas y negando relación orgánica de Díez con Ferraz. Tres horas después, Pedro Sánchez reaparecía en un acto público… a escasos metros de la sede socialista. Ni una palabra sobre el caso.
Lo mismo el resto de la semana: silencios, declaraciones a la carrera, y portazos a la prensa. El miércoles, sesión de control en el Congreso, sin una sola pregunta para Sánchez ni para Montero. Y eso que el presidente estaba en Bruselas, donde suele pronunciarse sobre asuntos de actualidad. Esta vez, nada. Otro comunicado lo resumió todo.
El viernes llegó el único gesto formal: un expediente informativo. Tres días después del estallido. Ferraz subrayó, por si había dudas, que eso no implica ninguna medida cautelar, ni sanción, ni limitación de militancia. Básicamente, es un "vamos a ver qué hay" sin consecuencias inmediatas.
¿Y Sánchez? En silencio
En todo este tiempo, Sánchez no ha respondido ni una pregunta. Ha asistido a actos públicos, ha hablado en eventos… pero sin salirse del guion. Este lunes, justo una semana después del escándalo, reapareció durante diez minutos y repitió lo mismo que hace siete días. No hay reacción, porque la estrategia es clara: hacer ver que esto no va con ellos.
Su número dos, Santos Cerdán, fue escueto: "Leire es una militante, y no tiene relación con Ferraz". Y María Jesús Montero, en la misma línea: "Si de ahí se desprende alguna conducta reprochable, se llevará hasta sus últimas consecuencias". Pero sin concretar cuáles, ni cuándo.
El reloj no corre en Ferraz
Con estos antecedentes, no hay ninguna pista de cuándo la comisión tomará una decisión. En el caso Ábalos —recordemos— pasaron ya más de 15 meses sin resolución. Así que no hay señales de que esta vez vaya a ser diferente.
Lo que sí está claro es que el PSOE ha decidido esperar a que escampe, sin prisas, sin ruido, y con una comisión que puede tardar lo que considere. Mientras tanto, Leire Díez sigue siendo militante del partido, y Ferraz repite que esto no va con ellos. Pero, aunque callen, los focos siguen ahí. Y la pelota ya está en manos de cinco personas muy distintas, a las que ahora toca decidir si este escándalo se queda en nada… o si pasa factura.