Era una redada migratoria
Con gritos de "vergüenza", abucheos y rabia: los vecinos de San Diego (California) plantan cara al ICE tras una redada en un restaurante
La otra cara Mientras los agentes esposaban a cocineros y camareros, en la calle estallaba la indignación: decenas de personas rodearon los coches del ICE y con gritos, pitos y abucheos, convirtieron la redada en una rebelión.

Una redada migratoria en un restaurante de San Diego (California) acabó con una escena que pocos esperaban: los vecinos enfrentando cara a cara a un grupo de 25 agentes del ICE, armados y con equipo táctico, como si se tratara de una operación de élite.
Todo empezó cuando los agentes irrumpieron en el local con una supuesta orden judicial. Esposaron a más de una docena de trabajadores, incluido el gerente, y se llevaron a varios detenidos. Aunque la mayoría fue liberada más tarde, al menos dos personas siguen bajo custodia migratoria.
Pero lo que realmente marcó la jornada fue la reacción vecinal. Indignados, los residentes rodearon los vehículos del ICE, los increparon, golpearon coches, gritaron "¡vergüenza!", y "¡putos cobardes!", y no se echaron atrás, ni siquiera cuando los agentes lanzaron una granada aturdidora.
"Retroceded", se escuchaba entre los manifestantes, decididos a no dejar que esa redada pasara desapercibida. Para muchos, la escena fue totalmente desproporcionada. "Cuando la gente necesita ayuda, la ayudas. Son vecinos. Tiene sentido", dijo el encargado de otro negocio cercano.
Hoy el restaurante está cerrado, pero la solidaridad no para. Comercios locales se han unido para recaudar fondos en apoyo a los trabajadores detenidos. En solo un par de días, ya han conseguido más de 71.000 dólares.
La abogada de inmigración Esther Valdés-Clayton recordó que aún hay esperanza: "Todavía pueden defenderse en la corte de inmigración". Lo que pasó en San Diego deja un mensaje claro: cuando la comunidad se une, ni el miedo, ni las granadas aturdidoras, pueden detenerla.