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AÚN TIENEN MUCHOS DEFECTOS

¿Es tan fácil como dicen vivir con un coche eléctrico?

Los vehículos con este tipo de motorización se encuentran en una fase embrionaria y, por tanto, su tecnología está en pleno desarrollo. Por eso, es normal que aún presenten numerosas lagunas

Cargador de coches eléctricos

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Súbase con alguien en un coche eléctrico, un taxista, por ejemplo. Es muy probable que le cuente sus virtudes con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que el rostro cambia, palidece, y empieza el relato de los dramas. Porque los vehículos con estas motorizaciones aún tienen bastantes defectos que complican la vida de sus s.

El primer susto es comprar el coche. Los conductores se piensan bastante si comprar un eléctrico porque supone una inversión duplicada respecto a uno de combustión. Es decir, resulta una decisión complicada y requiere confiar bastante en una motorización muy novedosa y a la que aún se le ponen bastantes peros.

Autonomía y recarga

Una de las decepciones para los s de los eléctricos es la autonomía, porque engaña. Especialmente en zonas con cuestas en las que se exige mayor potencia. Por ejemplo, una pendiente de 100 metros puede llegar a consumir 1 kilómetro de autonomía. Vamos, que la cifra de la posible distancia a recorrer con la batería llena, no es del todo realista.

Y cuando la autonomía se acaba, tenemos el mayor problema de todos, la recarga. Aún hay pocos puntos de carga para coches eléctricos. De hecho, la densidad de este tipo de vehículos en las carreteras aumenta a mayor velocidad que la densidad de estos puntos de carga. Es decir, por matemáticas, si ya es difícil dar con un lugar donde recargar tu batería, cada vez es más posible que cuando lo encuentres, esté ocupado.

El día del apagón, el famoso 28 de abril, descubrimos otro inconveniente de los coches eléctricos. Los puntos de recarga dejan de funcionar. Hubo bastantes s que se quedaron tirados en las carreteras sin autonomía y tuvieron que ser rescatados por familiares o conocidos que tuviesen un vehículo de combustión. En definitiva, los eléctricos son más sensibles a los fallos en el sistema energético, incluso cuando son fallos locales.

Reparaciones y repuestos

En los talleres, la reparación de los coches eléctricos cuesta más cara porque es más compleja. Todo el sistema de cables y tecnología que rodea este tipo de motorizaciones dificulta el trabajo de los mecánicos. La estancia del vehículo en el taller se alarga, y la factura crece de manera imprevisible.

Como los coches eléctricos aún se encuentran en una fase embrionaria, todavía casi no hay si los comparamos con la cantidad de vehículos de combustión, resulta más complicado encontrar respuestos baratos, por ejemplo, en chatarras. Y los respuestos de primera mano son mucho más caros. Además, se añade un componente expuesto al desgaste, que se debe cambiar cada cierto tiempo y sale por el ojo de una cara, la batería.

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